lunes, 31 de agosto de 2009

LA CORTIJADA DE LA MUELA

LA CORTIJADA DE LA MUELA

Por Francisco Santos Arrabal

Hasta que leí el magnífico trabajo del profesor Moreno Núñez “Conquista y repoblación” publicado en la “Historia de Periana” creía que el cortijo de La Muela podía deber su nombre a dos criados del rey Fernando que tomaron parte en la conquista de estas tierras, Fernando y Francisco de la Muela. Pero parece ser que nuestra Muela es todavía más antigua.

Nos habla el profesor Moreno de una gran extensión de tierra, dentro del actual término de Periana, que abarcaba desde las Puertas de Çalia a las Fuentes de Guaro. Es más, nos dice que la Fuente de la Muela es el distrito más poblado de toda Zalia.

Si en 1487 ya se llamaba Fuente de la Muela es muy probable que éste fuese el nombre que daban los moros a aquella alquería; y si los moros usaban un nombre latino es que cuando la invasión de los árabes en el siglo VIII ya existía y se llamaba así.

Mis investigaciones no han llegado tan lejos. El dato documental más antiguo que tengo es del día 9 de diciembre de 1605. Se trata de una partición de bienes, en la que toca por su legítima a Don Antonio Baeza de Gaspar de Baeza el cortijo Fuente de la Muela, de unas doscientas fanegas de tierra. También hay otros dos cortijos, llamado uno La Muela y el otro Cuesta de la Muela. Los tres tienen lindes comunes.

Don Antonio Baeza tuvo dos hijos: Don Antonio y Don Gaspar Baeza de los Olivos, que estaba casado con D.ª Sebastiana de Lendines.

Cuando se reparte la herencia de Don Antonio Baeza de Gaspar ya había muerto su hijo Antonio; por eso heredan su hijo Don Gaspar y los hijos de Don Antonio.

El día 30 de septiembre de 1662 Don Gaspar y los herederos de Don Antonio llegan a un acuerdo y venden el cortijo a Don Juan Triviño, natural y vecino de Torrox.

A éste le heredarán sus nietos Don Francisco de Prado Triviño, presbítero, y la hermana de éste D.ª Francisca, “de estado honesto”, vecinos de Málaga.

El día 20 de agosto del año 1753 hacen testamento los hermanos Prado Triviño. Al no tener descendencia, reparten la herencia, a partes iguales, entre los hijos de su hermano Don Juan, ya difunto. Don Juan estuvo casado con D.ª Isabel Enríquez y sus hijos eran Don José y Don Gonzalo de Prado y Enríquez, vecinos de Torrox. Explotaron el cortijo sin partirlo.

Don José de Prado y Enríquez, capitán de caballería de la costa, murió en 1801 y estuvo casado con D.ª Josefa de Vargas e Hinestrosa. Repartió su parte en el cortijo entre sus seis hijos.

Éstos eran;
- Don Juan de Prado Vargas
-D.ª Isabel de Prado Vargas
-D.ª María de los Dolores de Prado Vargas, casada con Don José Villanueva y Coronado.
-D.ª Antonia de Prado Vargas, casada con Don Blas Ortiz y Terán, Tesorero de Rentas Reales. Sin sucesión
-D.ª María de la Concepción de Prado Vargas.
-Don Francisco de Prado Vargas, subteniente de Infantería. Sin sucesión.

El otro hermano, Don Gonzalo de Prado y Enríquez, era vicario juez eclesiástico de Vélez. Hizo testamento el día 23 de diciembre de 1802. Al no tener descendencia aplicó en su testamento una de las cláusulas del de su tío: que su parte en el cortijo pasase a los seis hijos de su hermano Don Francisco.

Como no era fácil la partición de la finca, decidieron dejarla “en la misma comunidad en que hasta allí había estado, para percibir cada partícipe la porción que le correspondiera en sus rentas, según su respectiva participación”.

Esta dificultad en la partición se incrementó cuando sus dueños empezaron a testar y sus partes se multiplicaron.

Al morir D.ª María de los Dolores de Prado Vargas heredan sus hijos Don Fernando y D.ª Margarita Villanueva de Prado, casada con Don Antonio Pizarro, vecino de Málaga.

También hereda D.ª María Monsalve Villanueva, nieta, casada con Don Antonio Salvago, Caballero Maestrante de la Real de Ronda, vecino de Málaga.

Al morir sin sucesión los hermanos D.ª Antonia y Don Francisco de Prado, recayeron sus partes en su madre D.ª Josefa de Vargas e Hinestrosa. Ésta murió el 25 de mayo de 1821.

Al empezar a fraccionarse el cortijo con las seis partes que hemos visto, multiplicadas por los descendientes de sus dueños, se hizo inviable su rentabilidad y su administración. Por eso acordaron venderlo. Tampoco fue fácil, pues era casi imposible reunir a todos los dueños en un mismo sitio y a una misma hora. Algunos solventaron esta dificultad apoderando a otras personas para que les representasen.

Hay un comprador: los vecinos de Periana. Éstos acuerdan entre sí que, como todos no pueden trasladarse a la escribanía de Vélez para firmar la escritura de compra y tampoco pueden negociar con los dueños o con sus representantes, lo más correcto es apoderar a cuatro vecinos para que actúen en nombre de todos.

Así las cosas, el día 22 de septiembre de 1822, al abrir la escribanía de Vélez ya había en la puerta veintisiete aldeanos de Periana, trajeados de fiesta y con cara de cansancio debido a la noche de caminata. Esperaban para firmar una escritura de poder a cuatro de ellos que debían comprar en su nombre “a los herederos de Don Gonzalo y Don Josef de Prado y Enríquez un cortijo que tienen y poseen en término de dicha Puebla de Periana, nombrado el de la Muela y compuesto de ciento y noventa fanegas de tierra de labor, con arbolado, casa de teja y alberca para recoger las aguas de la fuente que contiene”.

Cuando se lleva a cabo la venta los propietarios eran los siguientes:

Don Juan de Prado, capitán de caballería retirado.
Don José López y Vargas, subteniente.
D.ª María Concepción de Prado. Le representa su esposo Don Pedro Bourman y Toledo, capitán.
D.ª María Monsalve y Villanueva, esposa de Don Antonio Salvago Caballero, maestrante de la Real de Ronda. Le representa Don Pedro Bourman y Toledo.
D.ª María Margarita Villanueva, esposa de Don Antonio Pizarro Caballero, de la Real Maestranza de Ronda y regidor perpetuo de Málaga.
Don Fernando Villanueva y Arias, menor de edad. Le representa su madre D.ª Tadea de Arias, viuda de Don Fernando Villanueva y Prado.

El día 15 de octubre de 1822 venden “un cortijo nombrado de la Muela, compuesto de ciento noventa y una fanegas de tierra útil para sembrar, con ciento sesenta y cuatro olivos, casa de teja con pajar y tinado, fuente con agua de pie y su alberca, en que tiene uso otro cortijo inmediato, también llamado de la Muela, que sitúa en término de la referida Periana, que hubieron por herencia de Don Gonzalo y Don José de Prado y Enríquez, su tío, padre y abuelo respectivamente; todo ello en precio y cantidad de setenta y siete mil doscientos y veinte reales vellón”.

Propietarios que firmaron la venta

D.ª Tadea de Arias, madre de un heredero menor de edad, a quien correspondía en el cortijo la tercera parte de la cuarta de una quinta.
D.ª María Margarita Villanueva y su marido Don Antonio Pizarro nombraron apoderado a Don Federico Vahey y Eneas el día 4 de este mes.
D. ª María de la Concepción de Prado y su marido Don Antonio Salvago dieron poderes a Don Pedro Bourman, de Vélez.

“Venden y dan en venta real, por juro de heredad, perpetuamente y para siempre jamás, a Don Diego de Chica, a Don José García, a Don Francisco Urbano, a Don José Barroso y hasta el número de otros sesenta y nueve vecinos de la Puebla de Periana, ... para que sea de todos ellos y de quienes legítimamente les representen el relacionado cortijo nombrado de La Muela”.

COMPRADORES

Relación de apoderados:

Barroso, José
Chica, Diego
García, José
Urbano, Francisco
4

Relación de perianeños que firmaron:

Benítez, Juan
Bueno, Francisco
Cabezas, Francisco
Fernández, Antonio
Fernández, Juan
Frías, José
Frías, Juan
García Conde, Salvador
García, Manuel
Larrubia, Antonio
Lorca, José
Martín, Antonio
Morales, Antonio
Moreno, Antonio
Moreno, Juan Bautista
Moreno, Salvador,
Mostazo, Alonso
Mostazo, Manuel
Raya, Miguel
Toledo, Diego
Toledo, Juan
Toledo, Salvador
Zorrilla, Pedro
23

Estos veintitrés paisanos no sólo firmaron en nombre propio, sino que también lo hicieron en representación de otros cuarenta vecinos de Periana que no pudieron trasladarse a Vélez.

Relación de los que se quedaron en Periana:

Álvarez, Ana
Ayala, José
Barroso, María (viuda)
Benítez, Sebastián
Chica, Juan Diego
Chica, Antonio
Chica Vázquez, Antonio
Chica Vázquez, Francisco
Conejo, Antonio
Fernández, Juan María
Fernández, Dionisio
Frías, Francisco
Gallego, Pedro
Gallego, José
García, Antonio (alias Obscuro)
García Díaz, Salvador
Godoy, Antonio
Larrubia, José
Martín, José
Mateos, Juan Manuel
Molina, Isidro
Molina Jaime, Juan
Montoya, Diego
Morales, José
Morales, Julián
Moreno, Joaquín
Moreno Alba, Antonio
Moreno Molina, Francisco
Núñez, José (alias Patalo)
Núñez, Pedro
Pérez, Manuel
Retamero, José
Rodríguez, Juan
Rodríguez, Salvador
Sordo, Juan
Toledo, María
Vázquez, Francisco
Zorrilla, Isidro
Zorrilla, Manuel
Zorrilla, José
40

Ya vemos que el cortijo de la Muela fue repartido entre sesenta y siete compradores. La escritura de venta dice que son sesenta y nueve. O faltan dos nombres o alguno se ha equivocado contando.

sábado, 25 de julio de 2009


EL CORTIJO DE LAS MAYORALAS

En la página oficial que el Ayuntamiento de Periana tiene en Internet puede leerse lo siguiente:

Las Mayoralas: Su nombre proviene de capataz “mayoral” de la cuadrilla de trabajadores del campo.

Ruego a los responsables de esa página que, si alguna vez leen lo que voy a escribir, corrijan tamaño disparate. Voy a reproducir un pequeño artículo que publiqué en el número 7 de la revista Almazara. Le añadiré algunos datos que confirmen lo que digo.

Artículo

Era el año 1746. Don Francisco Marfil Lagos, casado con Doña Isabel de los Ríos, actuaba de escribano público de las villas de Iznate y de Benamocarra, de donde era vecino. El matrimonio poseía unas tierras en las Rozas Bajas, cerca de Periana, junto al río Guaro. Lindaban con éste, con un cortijo de las monjas de San Bernardo, con tierras de una señora de Periana llamada Teresa Pascual y con el arroyo del Marrano.
Estas tierras habían pertenecido años antes al inquisidor Don Cristóbal de Aranda y Varona. Don Cristóbal había fundado un patronato, para el que tomó dinero con un censo redimible (hipoteca) de ocho mil ochocientos reales de vellón con la garantía de estas tierras.
Cuando en el citado año de 1746 el matrimonio Marfil de los Ríos decide desprenderse de la tierras todavía estaban gravadas con el censo.
Llegan a un acuerdo para su venta con dos señoras de Vélez. Eran hermanas y solteras, aunque el documento de venta no lo dice así; dice que eran “de estado honesto”. Por lo visto, estas señoras andaban desahogadas económicamente y no solamente pagaron las tierras sino que también redimieron el censo (levantaron la hipoteca); pero esto no fue todo: también construyeron en ellas una casa. Así, con sus cuarenta fanegas de tierra, cuatro de regadío y el resto de secano, con sus olivos, con su era empedrada y con la nueva casa, la propiedad quedó convertida en cortijo, que pronto fue conocido por el cortijo de las Mayoralas. Y, ¿por qué este nombre?. La respuesta es bien sencilla: porque las señoras se llamaban Doña María Mayoral y Doña Lorenza Mayoral, conocidas como las señoras Mayoralas.
Al no tener descendencia directa nombran por su heredera a una sobrina llamada Doña Isabel Ana Mayoral Doppere, natural de Sevilla y vecina de Vélez. Ésta, a su vez, en el año 1806, nombra heredera universal de todos su bienes a Doña Teresa Jiménez, que tuvo la ocurrencia de casarse con un buen pajarraco, con Don Francisco Renjifo Segarra. Era raro el día en que la pobre de Doña Teresa no dormía caliente: el indeseable de su marido tenía la mano algo larga y las palizas eran plato común en aquella casa. La sufrida de Doña Teresa se negaba a poner el cortijo a nombre de su marido y lo dejó en herencia a su hermano Antonio; el marido, que ya sabemos cómo se las gastaba, lo intentó por las bravas: le dio tantos palos que la pobre no tuvo más remedio que ceder y nombrarle heredero. Dice el documento: “... por complacerlo y evadirse de los malos tratamientos con que la insultaba”.
Cuando muere Doña Teresa, aparecen dos testamentos; el marido y el hermano pleitean durante dos años por la herencia y éste gana el juicio en el juzgado ordinario de Vélez y en la Real Chancillería Territorial. ¿Por qué ganó el hermano?. Ganó porque Doña Teresa, a pesar de las palizas, conservaba despejada su mente y tuvo la malicia de incluir en el testamento, según nos dice una escritura, “una cláusula revocatoria que, con particulares palabras, había dispuesto a cautela la Doña Teresa”.
Así llegamos al año 1819, en que el flamante nuevo propietario toma posesión del cortijo. Le duró poco el goce de la herencia: el día 29 de julio lo vende a Don Francisco Guerrero Torres, escribano de Vélez Málaga. El precio fueron treinta y cinco mil reales de vellón, distribuidos de la siguiente forma:
- diecisiete mil reales que le había prestado el comprador en varias partidas durante la duración del juicio
- cuatro mil reales en especies: trigo, aceite y un cerdo de un año
- seis mil doscientos setenta reales en monedas de oro y plata a la firma de la escritura
- siete mil setecientos treinta reales, que retiene el comprador para hacer frente a los siguientes compromisos: mil setecientos reales que costaron el funeral y las misas de D.ª Teresa; dos mil treinta reales que se deben de gastos judiciales; dos mil reales a D.ª Rafaela Renjifo, legado de D.ª Teresa, y mil reales a Rosa Agüero, otro legado de D.ª Teresa.
Desconozco las razones que le movieron a desprenderse tan pronto del cortijo. Pudo ser porque no le interesaba labrarlo o, quizás, porque le afectó la maldición del gitano de “pleitos tengas y los ganes”. ¿Vendió para pagar los gastos de los juicios?. Esto parece desprenderse de lo dicho anteriormente: ya hemos visto que de treinta y cinco mil reales que valía la herencia sólo le quedaron limpios seis mil doscientos setenta reales.
Seguramente que la adquisición del cortijo por parte del escribano Guerrero Torres fue una operación meramente especulativa y nunca tuvo intención de hacerse labrador en Periana: a los pocos meses, concretamente el 24 de mayo de 1820, se desprende de él vendiéndolo a D.ª María Godoy, una señora viuda de Periana. Por la escritura de esta venta sabemos que la casa del cortijo estaba derruida y que en la finca había ciento sesenta y un olivos.

Francisco Santos Arrabal
Otros datos

Ver el legajo P-5028, folio 411 (12.06.1759) del Archivo Histórico Provincial de Málaga.

- El día 12 de junio de 1759 se firma un acuerdo entre D.ª María Josefa Mayoral Colado y su sobrina D.ª Isabel Ana Mayoral.
- Las dos eran de estado honesto. “Por sí mismas se gobiernan y administran sus bienes”.
- El día 23 de marzo de 1759, la sobrina denuncia a su tía y le reclama la parte de herencia que le corresponde por la muerte de su abuelo paterno Don Francisco Mayoral.
- Al morir Don Francisco hereda su viuda D.ª Francisca Colado.
- Hijos del matrimonio: Don José Mayoral Colado, padre de Isabel Ana; Rvdo. Padre Fray Manuel de Vélez, religioso capuchino; Don Salvador Mayoral Colado; D.ª Lorenza Mayoral Colado; D.ª María Josefa Mayoral Colado.
- “Con el motivo de hauerse ausentado el dicho Don Saluador de esta ciudad para los reynos de Indias, donde adquirió algún crezido caudal y todo lo dejó por su fallecimiento a la dicha D.ª Francisca Colado, madre común, le fue notiziado”. Estando ésta tramitando la herencia falleció en su casa de Vélez.
- Sus hijas D.ª María y D.ª Josefa se hacen cargo de cobrarla, sin tener en cuenta los derechos que tenía su sobrina como heredera de Don José Mayoral Copado, y difunto. Isabel. “Comenzaron a usarlo, manejarlo y emplearlo en diferentes posesiones que administraron”; entre ellas las tierras de las Mayoralas.
- Ana recurre a su tío el sacerdote, “que a la sazón era guardián en el convento de capuchinos de la ciudad de Seuilla”.... “El referido le hauía aconsexado mudase de domicilio a esta ciudad y pasase a vivir en compañia de las dichas D.ª María y D.ª Lorenza Mayoral, sus ermanas, con quienes ygualmente gozaría y disfrutaría el dicho caudal prohiniuiso y que, consintiendo en ello, se vino con D.ª Ana Jarobo de Dopiere, su madre, y permaneció sin más facultades a dicho caudal que el que le permitían las dichas D.ª María y D.ª Lorenza, reduziéndose a los alimentos nezesarios hasta entonces, sin embargo de que en el yntermedio, por el año de setezientos y zinquenta y zinco, hauía fallecido ab intestato la D.ª Lorenza”.
CORTIJO DE MOYA

He leído en varios sitios que el cortijo de Moya debe su nombre al doctor Moya, un médico granadino que ejerció en Periana en los últimos años del siglo XIX. Me gustaría que mis paisanos fuesen más escrupulosos al interpretar la historia de nuestro pueblo. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque éste no es el único caso en que a uno se le ocurre una idea y vienen detrás otros que, aplicando la ley del menor esfuerzo, en vez de molestarse en investigar la historia de nuestro pueblo, se limitan a copiar.
Paisanos, un poco de seriedad y otro poco de cariño a nuestro pueblo: Periana se merece que hagamos algún esfuerzo para difundir su historia auténtica.
Vamos al caso del cortijo de Moya. Ya he dicho que el doctor Moya ejerció de médico en Periana a finales del siglo XIX; pues bien, hay documentos escritos que hablan del cortijo de Moya antes de que el doctor Moya pudiese haber nacido. Veamos algún ejemplo:

Documento del día 9 de noviembre de 1706
En una escritura de contrato de arrendamiento del Cortijo Cuesta de la Negra se puede leer lo siguiente:
“... linde con cortijo que llaman del Encinar de España, que su propiedad es del capitán Don Bartolomé de Mena Moyano, vecino y rexidor de esta ciudad, el río de Guaro, Peñones de Aguas y cortijo que llaman de Moya y otros ...”.

Documento del día 8 de abril de 1774
Se trata de una escritura en la que Don Francisco Fernández Gallegos, natural y vecino de Sedella, otorga testamento:
“... instituimos zierta memoria para que todos los juebes del año, a ezepción del Juebes Santo, día de la Azención y Corpus Christi, se dijese una Misa cantada, con el Santíssimo manifiesto, en la Iglesia Parrochial de dicha villa de Zedella,.... Cuia memoria la ympusimos y cargamos sobre un cortijo de pan sembrar, nombrado el de El Ensinar de España, que tengo y poseo en las Rosas Altas de la ciudad de Vélez, ymmediato a la Puebla de Periana; linde con otro nombrado de Los Peñones de Aguas, otro nombrado el de La Negra, otro nombrado el de Moya y tierras de Joachín Fernández; ...”

Documento del día 9 de febrero de 1808
En esta fecha se celebró una escritura de arrendamiento del Cortijo de Moya. Veamos algo de la misma:
“...ante mí el escribano público de su número y el competente de testigos, pareció Antonio López, vecino de la villa de Periana, de esta jurisdicción, y dixo había recibido de Don Pedro Bravo, vecino de la ciudad de Granada, y, en su nombre y representación, de Don Josef Zalamea, que lo es de esta ciudad, como su administrador y apoderado en ella, un cortijo de tierras de labor, con arbolado de olivos y casa de texa deteriorada, que aquél tiene y posee por suyo propio, denominado de Moya y situado en el partido de las Rozas Altas, término de la Puebla de Periana, de esta jurisdicción; lindando con el río Guaro y con tierras de los cortijos de la Negra y del Encinar; ...”

Documento del día 2 de octubre de 1813
Esta vez se trata de otra escritura de arrendamiento otorgada por la viuda de Bravo,
“... ante mí el escribano público y testigos infrascriptos pareció Antonio López Vega, vecino de la Puebla de Periana, residente a el presente en esta ciudad, y Dijo: tiene en arrendamiento un cortijo y tierras de pan sembrar, situado en las Rozas Altas, de esta misma ciudad, que nombran de Moya, con treinta y dos olivos y diferentes acebuches, con su casa de teja corriente; situado en el partido referido de las Rozas Altas, término de dicha Puebla, jurisdicción de esta ciudad, que linda con el río de Guaro, tierras de los cortijos de la Negra y del Encinar. Cuyo arrendamiento ha cumplido en el presente año; por lo qual se ha vuelto a concertar con dicha D.ª Francisca de Cárdenas recibirlo en nueva locación ... “

Documento del día 2 de septiembre de 1825
Vamos con el último. Es otra escritura de arrendamiento. Esta vez la otorga el suegro del hijo de D.ª Francisca de Cárdenas, cuyas relaciones con su madre estaban algo tensas, debido a la oposición de ésta a su matrimonio:
“... ante mí el escribano por S. M. público del número perpetuo de ella y el competente de testigos, parecieron de la una parte Don Mateo Juan de Gámez, vecino de la misma; y de la otra, Antonio de Frías Morales y Diego de Luque Ximénez, que lo son de la Puebla de Periana, de esta jurisdicción, y dixeron: Que el primero, como curador ad bona de su menor hijo político Don Manuel Bravo y Cárdenas, de este propio domicilio, arrienda al segundo, bajo la qualidad de que el tercero sea su fiador mancomunado, un cortijo para pan sembrar, nombrado de Moya, situado en término de dicha Puebla, ... “

Confío en que los argumentos presentados sean suficientes para que algunos cambien de opinión. Lo que voy a decir no prueba la existencia del cortijo de Moya, pero sí la posibilidad de que cualquier vecino de la zona de apellido Moya le diera su nombre. Personas de este apellido acompañaban a los Reyes Católicos en su conquista de las tierras de Vélez y se quedaron a vivir aquí. Un ejemplo son los antepasados del ventero que regentaba la Venta del Mellado en el año 1758. Éste se llamaba Juan de Moya.

jueves, 11 de junio de 2009

DATOS PARA UNA HISTORIA. C. PERIANA CRISTIANA


Su época cristiana comprende tres períodos bien definidos: el primero, desde su conquista en Septiembre de 1485; el segundo, desde el nombramiento de su primer alcalde en Agosto de 1757; y el tercero, desde el terremoto en Diciembre de 1885.

En el primer período perteneció a Zalia hasta el año de 1488, en que ésta fue agregada a Vélez-Málaga. Durante estos tres años (1485-1488) la incertidumbre se cernía sobre el futuro de los habitantes de la zona. En el comienzo de los repartimientos, a Zalia se le asignaron cincuenta vecinos, pero cuando se practicó una inspección, antes de entregar la ciudad a sus moradores, la idea de rehabitarla se desechó: estaban en tan mal estado sus instalaciones que no compensaba el arreglo; era mejor abandonar el proyecto e incrementar el número de despoblados.

Las autoridades veleñas ven en el no poblamiento de Zalia una solución a su escasez de tierras -"non tyenen los vesynos de la çibdad en qué labrar ni entrar"- si consiguen de los Reyes la incorporación de las mismas a su territorio. Para ello piden su anexión e insisten, con todos los medios a su alcance, hasta lograrlo. Ya nos dice Védmar:


Sus Altezas por su privilegio le dieron los dichos términos de la villa de Zalia con su fortaleza y su jurisdicción alta y baxa y civil y criminal y que se incorpore con esta ciudad de Bélez y sus justicias puedan hazer y determinar las causas de todos los términos de la villa de Zalia.

A pesar de esta concesión real, el repartimiento de sus tierras entre los veleños no llega. Los repartidores reales quieren justificar la demora aduciendo la inseguridad en que las mismas se encontraban, a causa del descontrol de los moros concentrados en los pueblos del interior de la Axarquía. Por eso, cuando se le insiste a Diego de Vargas, responde: “Dadme veynte de a caballo con que me aseguren el campo, que yo iré a repartir la dicha Çalia”.

Casi todas las verdades son verdades a medias. Así ésta de la inseguridad de Zalia también podría serlo. Vemos que no se reparten las tierras, pero también vemos que se está dedicando gran parte de las mismas a concesiones reales. Los principales beneficiarios de estas concesiones son los siguientes:

- Don Pedro Enríquez, adelantado mayor de Andalucía, tío del rey Fernando y corregidor de Vélez, recibe 600 fanegas de tierra, entre secano y regadío. Cuando muere D. Pedro estas tierras pasan a su esposa doña Catalina de Ribera, señora de Salares, Algarrobo y Beniscalera. Ésta no tiene problemas de seguridad, ya que para labrarlas envía a súbditos musulmanes de sus señoríos.

- García Maldonado, alcaide de la fortaleza, recibe 200 fanegas.

- Martín Ramírez de Andía, hidalgo navarro de la capitanía de Bernal Francés, recibe 100 fanegas.

- Diego de Tapia recibe 200 fanegas.

- Luis Briseño, de Alhama, recibe 100 fanegas de secano en Çábar.

- Juan de Cuenca, escudero de las guardas reales, recibe 20 fanegas.

-Pedro de Alderete, repostero de camas de la reina, recibe un lugar para venta junto al río de Zalia.

- Además de estos señores, también fue beneficiada la fortaleza de Zalia con 100 fanegas, que, con toda seguridad, el alcaide uniría a las 200 suyas.

No es la primera vez que se despuebla Zalia. Juan Vázquez Rengifo, en su obra Grandezas de la Ciudad de Vélez y Hechos Notables de sus Naturales, a principios del siglo XVII, nos habla de otra ocasión anterior en que lo fue:

Dios Nuestro Señor por su divino decreto permitió que a estos crueles y soberbios moros les quitasen aquella fuerza y cruel soberbia animales débiles y pequeños en cuerpo, y áspides, y basiliscos en veneno, que fueron víboras; criándose allí tantas que con sus venenosos dientes mordían y mataban a aquellos moros, en tanto grado que les fue necesario desamparar el lugar y fuerza y fabricar de nuevo la del castillo de Zalía para su habitación, como lo hicieron.
Al ser Periana parte de las tierras de Zalia, entró en el reparto de las mismas y desde esa fecha fue tierra de Vélez. Estamos esperando la publicación del estudio sobre el repartimiento de las tierras de Zalia que el catedrático de la Universidad Complutense, profesor Moreno Núñez, ha realizado. Posiblemente su lectura nos aclare algunas dudas sobre los primeros años de la época cristiana de nuestra puebla.

Como hemos visto, Periana, su casco urbano, fue, en principio, un poblado que se formó posiblemente con mozárabes huidos a los montes cuando la dominación almohade. Junto a ella, al suroeste, surgió un gran cortijo, que tomó su nombre. Dentro de éste había una fuente de abundantes y ricas aguas que servía de abrevadero no sólo al ganado propio, sino también al trashumante. De ahí que la fuente de Periana, junto con la de Mondrón, se convirtiese en descansadero de la trashumancia que venía de Alfarnate con dirección a Vélez-Málaga y los Reyes Católicos reconocieran dicho hecho y su importancia, haciéndolas realengas y asignándoles doce fanegas de tierra a la de Periana y dos a la de Mondrón.

El documento de 1560 anteriormente citado nos habla de un cortijo dividido en dos partes. La de arriba era de Antón Martín de Aliseda y la de abajo era de Andrés Vara

... las casas e cortijo del dicho Andrés Vara, junto a una acequia que sale del arroyo de agua que corre de la fuente e va a la casa del dicho Andrés Vara
El texto anterior es causa de una nueva duda: nos habla de casas, de cortijo y de casa de Andrés Vara.

¿Formaban "las casas" un poblado en el que vivían las familias de los trabajadores del cortijo, igual que el de su vecino Antón Martín?. ¿Tenía Andrés Vara una casa-cortijo y una casa-residencia?.

Si la respuesta a la primera pregunta es afirmativa, nos encontramos con dos poblados en Periana. El primero que estaría situado en la actual Quinta o en el Barrihumo y el segundo que lo estaría en el Carrascal o en la calle de las Monjas.

Más abajo de la fuente había “una laguna de agua”, según nos dice el citado documento, al que seguimos glosando. Podría tratarse del desaparecido lavadero público, después convertido en mercado.

También sabemos que el cortijo estaba atravesado por un arroyo, el llamado actualmente Arroyo de Cantarranas, y que la entrada del abrevadero estaba en

un monte que está encima de la dicha fuente, que es realengo, que va por la sierra hasta el camino que va a Alfarnate, lindando con tierras de Bastián de Lucena.
La salida la tenía por

...el arroyo abajo, que está a la mano izquierda estando en la fuente y mirando
hacia Comares, en treinta y seis varas de anchura, bajando los montes de Gelo
hasta salir al río.

Ya podemos establecer la situación de la vereda realenga en el plano urbanístico actual. Entraba por el Barrero, bajaba por la calle Real, ensanchaba en la fuente y continuaba por el arroyo -calle de las Monjas- hasta el río.

No sólo tenemos habitantes en Periana; también los hay en las alquerías citadas y en algunos cortijos. El mismo día en que el alcalde mayor de Vélez inspeccionó la fuente de Periana inspeccionó también la de Mondrón. El documento dice:

... por el camino que va de Guaro a Çabar y, en Pasando la sierra que dicen de Bilo, a la mano derecha de la misma sierra está una fuente que nace bajo de la sierra de Enmedio, en la falda de ella, en un cortijo que dijeron ser de Pedro Muñoz, vecino de Vélez, que solía ser (que había sido) del beneficiado Blas Mondrón, difunto,

Hemos encontrado un acta del Cabildo de Vélez, fechada l 23 de Agosto de 1584, en que, seguramente por la escasez de agua en verano, los regantes de Vélez no recibían la necesaria para sus tierras. Culpan de ello a los dueños de las huertas de las Rozas, es decir, de Periana. Transcribimos el documento:


"Luego se leyó una petición presentada por parte de Alonso Albanés, hortelano, y otros vecinos hortelanos de esta ciudad, por la cual piden se vaya a echar el agua que han tomado en las Rozas, porque, de otra manera, se perderán las huertas y, visto por esta Ciudad, se acordaron que ellos nombren a quien vaya a romper las presas que están fechas en lo de las Rozas y echar el agua acá abajo, y acordaron el Sr. Alcalde Mayor que Su Merced le dará vara de justicia para ello y que no se dé la licencia que quieren en dicha agua sin que se comunique con esta Ciudad, so pena de quatro mil maravedís a quien diere la dicha licencia sin la dicha orden e a los que tomen el agua sin ella, repartidos conforme a la ordenanza."

La mayor parte de estas tierras, como más arriba hemos visto, hasta la conquista fueron pastizales, pero la necesidad que tenía Vélez de terrenos cerealistas hizo que se rozaran en los siglos XVI y XVII. Por eso eran conocidas como “Rozas Altas” y “Rozas Bajas”. Así aparece en todas las actas municipales de Vélez-Málaga cuando se refieren a ellas en los siglos XVI, XVII y XVIII. Periana no es citada en ellas como poblado. Posiblemente porque a las personas que allí había las consideraban trabajadores del cortijo -que estaba en las Rozas Altas- y no habitantes de un poblado.

De estos rozamientos surgen una serie de cortijos, unos grandes y otros pequeños. De los primeros tenemos documentados cuatro, que circundaban la actual población. Son los que dieron origen a la Puebla de Periana, como más adelante veremos. Los cuatro eran de propietarios forasteros, que los tenían arrendados a cuatro renteros.

Son éstos:

El Algarrobal ( o Garrobal) de Gelo, propiedad del Convento y Monjas Bernardas, de Málaga. El 14 de Mayo de 1770 hay una escritura de arrendamiento en favor de Salvador Martín Holgado y de su hijo Antonio Martín Hurtado.

El Ruedo, propiedad del Convento y Monjas Clarisas, de Vélez-Málaga. Arrendado a José de Frías Palma.

Los Peñones de Aguas, propiedad de Dª. María Antonia Marín Santiago, viuda, de Vélez-Málaga

El Encinar, propiedad de D. Francisco Fernández, de Sedella, familar del Santo Oficio de la Inquisición. En 1766 aparece como labrador de este cortijo "Mathías Matheos".


A partir de principios del siglo XVII tenemos documentada la existencia de un núcleo estable de personas en Periana. Ya, el 21 de Mayo de 1620, Antón Gutiérrez pide al Ayuntamiento de Vélez que se le señale sitio para construir una casa y tinado en Periana

...Luego la ciudad acordó comisionar a Alonso de Valderrama, rexidor, para que vaya a lo de Periana y vea el sitio que pide Antón Gutiérrez para hacer una casa y tinado y lo señale en el realengo ...

El día 10 del siguiente mes se le da respuesta afirmativa, concediéndole un solar “junto a la casa de Peña y otros”, con una superficie de 7 tapias de largo por 40 varas de ancho. El día 9 de Junio el peticionario es Simón de Morales, que pide solar en Periana para casa, corral y tinado. Esto se confirma con la proclama efectuada por el Ayuntamiento de Vélez el día 19 de Octubre de 1621, en la que ofrece solares en Periana a los que los soliciten. Pide una relación de vecinos interesados.

Además del cortijo Periana, se conservan repobladas las antiguas alquerías y se incrementa el número de cortijos. Leyendo las actas capitulares de Vélez Málaga y las escrituras del Archivo Histórico Provincial de Málaga podemos documentar la existencia de algunos. Por ejemplo:

El día 2 de Enero de 1694 los señores capitulares trataron sobre el embargo del cortijo de Zapata.

El día 6 de Marzo de 1699 se tramita una solicitud para cortar madera en el campo de Zafarraya, para reparar el cortijo de La Muela.

El día 28 de Septiembre de 1703 se estudia la petición de vecindad por parte de Alonso Ruiz, labrador del cortijo El Cerrillo.

El día 2 de Enero de 1704 D. Andrés Trasierra de la Fuente, vecino de Vélez y dueño del cortijo Los Migueles, lo arrienda por tiempo de dos años y renta de doce fanegas de trigo y dos de cebada, a Francisco Sánchez Atencia, vecino de Alfarnate. El cortijo lindaba con el Cortijo Blanco, con el cortijo El Toril y con La Muela.

En este mismo año de 1704 está documentada la existencia del Cortijo de las Monjas, en el río Sábar, propiedad de las Clarisas de Vélez.

El día 3 de Enero de 1705 Dª. María de Aguirre, viuda de Francisco Rodríguez y vecina de Alfarnatejo, arrienda el Cortijo de su propiedad llamado Puerto del Sol, en el partido de Guaro, a D. Ignacio de Villanueva. El cortijo tenía parte de tierras de pan sembrar y parte de monte con encinas y quejigos. La renta de la primera parte era de catorce fanegas de trigo y tres de cebada, a pagar el día de Ntra. Sra. de Agosto; la del monte era de quinientos reales de vellón y cuarenta libras de tocino, a pagar por Navidad.

El día 23 de Agosto de 1705 D. Francisco Bravo de Mancilla, viudo de Dª. Micaela Pérez de la Parra y casado en segundas nupcias con Dª. Isabel Bueno, declara en su testamento que tiene vendidas unas tierras en las Rozas Altas, pago de la Peña del Sombrero, a León Rodríguez, de Vélez.

El día 9 de Diciembre de 1707 se ordena la confección del padrón de los cortijos de Las Rozas.

El día 24 de Junio de 1744


"Don Juan de Ortega Valenzuela, caballero del horden de Calatrava, vezino y oidor perpetuo de la ciudad de Málaga, estante en la presente en ésta, otorgó porque dava y dio en arrendamiento a Joseph Martín Navarro, vecino desta ciudad, morador en el partido de Rozas, término de ella, un cortijo, en el mismo partido, que este otorgante como suio propio tiene, que es el que llaman de Bilo, por tiempo y espacio de nuebe años, ... por precio y renta, en cada uno de ellos, de 66 fanegas de trigo, ocho arrobas de azeyte y una fanega de garbanzos, todo ello de buena calidad y recibo, puesto y pagado a costa del referido Sr. Gallardo y con las de la cobranza en casa y poder del otorgante, en dicha ciudad de Málaga."

El día 11 de Diciembre de 1744 el que solicita vecindad es Gabriel de Frías, labrador en el cortijo El Cañuelo. Le fue concedida con el informe favorable de los caballeros D. Francisco Laso y D. José López Mercader.

"...Por cuya razón se le considera como a tal vezino en los casos y cosas a que son obligados los demás vezinos desta dicha ciudad, y que, para que así conste y lo tenga entendido, se le dé testimonio de este acuerdo."


El día 13 de Septiembre de 1755 el Convento de Santa Clara, de Vélez, canjea su cortijo Alcauca, en Rozas Altas, por tierras de José López Mostazo.

El día 23 de Enero de 1765 tenemos datos de que Sebastián López Mostazo y su yerno Tomás Marín de Robledillo eran labradores del cortijo El Toril, ya documentado en el año 1704.

El día 17 de Octubre de 1765 Bartolomé Bueno, labrador en el cortijo de Cárdenas, de Rozas Altas, da poderes a procuradores.

El día 3 de Diciembre de 1765 José Frías Palma reconoce una deuda que tiene con el Convento de Santa Clara de Vélez, por los arrendamientos de los cortijos El Ruedo y Mondrón.

El día 1 de Mayo de 1766 Don Juan Antonio de Arias y Anaya, regidor perpetuo de Vélez y dueño del cortijo El Batán, decide construir una casa en un extremo de su finca, en un lugar lindante con los ya célebres Baños de Bilo. El fin de dicha construcción no era otro que el uso de los Baños por parte de su familia y el alquiler a bañistas.

"... para que en ella se pueda ospedar todo sujeto de distinción por sus arriendos, además de poder servir de refuxio general y albergue para todos en un caso pronto de las ordinarias y grabes tormentas de aires y aguas que suelen originarse, derribando las chosas comunes y havitaciones de enramadas que en dicho paraje annualmente se hacen y maiormente para obiarme también por medio del casero, el que me servirá de guarda zelador de los Baños, de talas de árboles que la gente común de campo y ganaderos suelen hazerme. "

El día 14 de Mayo de 1770 el Convento de San Bernardo, de Málaga, arrienda el cortijo de La Jamuga y Vegas de Blas de Torres a Antonio Martín Hurtado, rentero también, junto con su padre, del cortijo El Algarrobal.

El año 1771, en la demanda ya citada que el Alcalde y vecinos de Periana entablan ante el Consejo Supremo de Castilla aparecen como testigos algunos labradores de cortijos. Son éstos:

- Francisco Caro, del Cerrillo
- Alonso de Otero, del Cortijo Blanco.
- Antonio Retamero, del Molino de Velasco.
- Juan Antonio Fernández, del cortijo Cerro de Alcolea.
- Pedro Zorrilla, del cortijo Puerto del Sol, ya documentado en Enero de 1705.
- Francisco Bueno, del cortijo Marchamona.
- Diego Rufino Zamora, del cortijo La Muela.

Durante este siglo XVIII se va incrementando su número de pobladores con la llegada constante de trabajadores en busca de un puesto en las labores de los grandes cortijos que han surgido de las tierras rozadas. Un ejemplo lo tenemos en Juan Polo, al que el día 23 de Julio de 1735 el Cabildo de Vélez acuerda concederle un solar para que se construya una casa-choza "en el realengo de Periana". Pero no a todas las solicitudes responden igual las autoridades veleñas. El día 5 de Agosto de 1757 deniegan la solicitud de vecindad a un nativo de Riogordo. Veámoslo:


"En este Cavildo se vio y leió un pedimento dado por Francisco de Vera, natural de la Puebla de Ríogordo, jurisdición de la ciudad de Málaga, en que haze expresión tener arendado el cortijo grande del Combento de Santa Clara desta ciudad, sito en su término, partido de las Rosas Altas, pretendiendo se le conceda lizencia de vecindario. Que, visto por la ciudad, acordó no haber lugar a ello y sólo sí para que pueda labrar dicho cortijo, por el tiempo de su arriendo, con la prohibición de no poder tener en él más ganados que aquellos que necesite para labrarlo, por lo perjudicial que lo contrario sería a los vezinos de esta ciudad."

Por estas fechas tenemos la primera referencia al uso de los Baños de Bilo como balneario y, por ende, donde hay que cuidar ciertas normas de moralidad. El acta del Cabildo de Vélez del día 25 de Mayo de 1736 dice así:

"En este Cabildo el Sr. Juan de Torres Miranda dijo era notorio haber en este término unas aguas que llaman las Hediondas y Fuente Santa, muy saludables y especializadas a efectos de sanidad de diversos accidentes, a las que concurren muchos adolecientes, no sólo de pueblos de esta jurisdición, sino también de muchos extraños. Cuya está en las Rosas Altas de esta ciudad, en tierras que llaman del cortijo de Zapata, la que está sin aquella disposición decente que corresponde a la debida separación para el baño de hombres y mujeres. La que se puede hacer con cierto gasto y dispendio, y la ciudad, en inteligencia de lo que se expresa en esta proposición acordó se haga la referida separación por la mano y conducta de dicho Sr. Juan de Torres, a quien le dé comisión en forma. Cuyo gasto se librará con relación jurada. Y en este estado se feneció este Cabildo."

La transformación de las tierras de Periana en tierras de pan llevar no es automática. Durante tiempo compaginó el pastoreo con la siembra. El día 5 de Julio de 1720 el Ayuntamiento de Vélez concede un permiso para que baje ganado a beber al río Guaro y el 9 de Noviembre del mismo año concede también permiso para lo mismo a José Mondragón. Todavía, el día 5 de Agosto de 1757, en el mismo cabildo en que se nombró el primer alcalde, se da autorización a los vecinos de las Rozas para que pasten sus ganados.

Al mismo tiempo que se van rozando los pastizales se aprovechan las aguas de sus ríos para regadío. El Ayuntamiento de Vélez mantiene un pleito contra el conde de Priego y otros propietarios de tierras en el que se les acusa precisamente de usurpación de las aguas. Creemos que las tierras regadas por el conde de Priego son algunas de las ya citadas como mercedes dadas a D. Pedro Enríquez, tío del Rey Católico, cuyos descendientes vendieron a los Fernández de Córdoba.

Dice así el documento:

"En este Cavildo (24.12.1753) la ciudad libró sobre los efectos de Propios facturia: seiscientos Reales Vellón a fabor de D. Francisco Ortiz Parrilla por los gastos que se causaron en el pleito seguido a nombre de la Real Hazienda contra el Sr. conde de Priego y otros labradores de las Rosas, sobre que no usurparen las aguas de los ríos de estas riberas. De que se despache libranza en forma."

El crecimiento de Periana se pone de manifiesto al verse sus habitantes necesitados de una iglesia donde satisfacer sus necesidades espirituales.

"... en el año 1750, viéndose con dicha infelicidad, procuraron construir un Hermita para, al menos, tener los días de fiesta el consuelo de oyr el santo sacrificio de la mysa; que a esta solicitud concurrió fervoroso Don Francisco Laso de la Vega, Rexidor Decano de la ciudad de Vélez, y que, llevados de este deseo, gastaron y dieron estos vecinos muchas cantidades, y además procuraron
tener un capellán para que les asistiera en sus necesidades espirituales, al que para su manutención se ofreció con corazón piadoso Joseph Fernández y Dª. Michaela Sánchez, su muger, sin que ningún otro vecino para este efecto
coayubase con nada y habiendo traído para capellán de dicha hermita, que se colocó en el año de 1751, a Don Alonso López Trasierra; a expensas de dicho Joseph Fernández se mantuvo espacio de once años."

Siguió Periana siendo una cortijada de Vélez hasta el día 5 de Agosto de 1757, en que el Corregidor de Vélez, Don Tomás Agustín de Párraga, nombra

"... por alcalde de dicha poblazión de Periana a Joseph de Frías Palma, morador en ella, persona de la maior satisfazión y confianza. "


Al leer las palabras elogiosas de las autoridades veleñas para con el primer alcalde de la Puebla de Periana surge de inmediato una pequeña duda sobre su veracidad. Parece que D. José Frías Palma o, al menos, así lo dicen los documentos, no era precisamente un dechado de formalidad en sus relaciones comerciales. Veamos algunos párrafos de las escrituras que firmó el día 3 de Diciembre de 1765 ante el escribano Juan José García del Castillo.


"Y dixo que a su cargo lo ha estado y esttá por arrendamiento un cortixo en la misma población, propio de el Convento y Religiosas de Santa Clara de esta dicha ciudad, por renta annual de treinta fanegas de trigo, diez y ocho de zevada, tres fanegas de garbanzos, dos arrovas de queso de obexas y un puerco de ochenta libras. Y de la que correspondió a el próximo año pasado de mill settecientos
sesenta y quatro quedó en el descubierto de seis fanegas de trigo y tres de zebada, que devió entregar el día quince de
Agosto de dicho año, y, como no pagadas de uno y otro grano, se confiessa Legítimo y verdadero deudor a dicho
Convento. Y por lo respectivo a la paga que de dicha renta devió hacer el día quince de Agosto de el presente año también quedó y lo está en el descubierto de cinco fanegas y nueve zelemines de trigo y diez y seis fanegas de trigo y tres
de zebada, que devió entregar el día quince de Agosto de dicho año, y, como no pagadas de uno y otro grano, se confiessa Legítimo y verdadero deudor a dicho Convento. Y por lo respectivo a la paga que de dicha renta devió hacer el día quince de Agosto de el presente año también quedó y lo está en el descubierto de cinco fanegas y nueve zelemines de trigo y diez y seis de zevada, que, como no pagadas unas y otras en la propia forma, se confiessa Legítimo deudor a dicho Conventto. Como assí mismo lo es deudor a dicho Convento de veinte y una fanegas de trigo, procedidas de la renta de otro cortixo que llaman de Mondrón, que lo es de dicho Convento, y de su renta causada en los años pasados de mill settecientos sesenta y dos y sesenta y tres, cuio cortixo es el mismo que estte otorgante tuvo a medianería con Juan de Vegas. Y por esta propia razón y arrendamiento de dichos dos años igualmente lo es deudor a el expresado Convento de veintte y dos arrovas de aceitte, causadas de el molino que allí entonces tenía dicho Conventto."

Estas deudas no son las únicas. Copiamos otro párrafo de otra escritura firmada -no por él, que no sabía, sino por testigos- en la que dice:

"Y otorgó se obligaba y obligó a pagar llana y realmente y sin pleito alguno a Don Matheo Martti, Presbíttero, vezino de esta dicha ciudad, y a quien su poder y causa huviere en qualquiera manera, nuevecienttos y quatro reales de vellón, de que se confiesa su Legítimo y verdadero deudor, por havérselos prestado."


Desconocemos las influencias del Sr. Frías, aunque los hechos nos demuestran que alguien con poder debía apoyarle. No se explica de otra forma el que las monjas de Santa Clara, después de la informalidad en el pago de las rentas, le renovasen, por tres años más, el contrato el día 31 de Julio del año siguiente de 1766. Nuestra sospecha afloró ya el año anterior, concretamente el día 10 de Febrero de 1765, cuando ocurre un hecho sin importancia para la historia de Periana, pero sí curioso: su exalcade, Don Joseph de Frías Palma, consigue en Vélez la exclusiva de la fabricación y venta del jabón para toda la zona de Periana. ¿Estamos ante un premio a los servicios prestados?.

"En la ciudad de Vélez, a diez días del mes de febrero de mil setezientos sesenta y cinco años: Ante mí, el escribano maior de Cavildo, y testigos, pareció Joseph de Frías Palma, morador en la Población de Periana, arraval desta ciudad, y dixo que en este día le ha sido hecho remate del abasto de jabón de ella, en conformidad de su postura que lo a sido a nuebe quartos la libra en los días que le quedan a este mes, y lo mismo en los dos de Marzo y Abril que siguen, y, desde primero de Mayo hasta fin de Febrero del próximo año que bendrá de mil setezientos sesenta y seis, al precio de diez quartos"

También acuerdan los regidores de Vélez, al mismo tiempo que nombran alcalde para la Puebla de Periana, solicitar al Ilmo. Sr. Don Joseph Franquis Lasso de Castilla, Obispo de Málaga, nombre

"... para educarlos y enseñarlos en buenas costumbres y doctrina cristiana, con el pasto espiritual de los sacramentos, un Presbítero Párroco en la iglesia fabricada en dicha población"

La conversión de la ermita en parroquia la conocemos por un escrito que Don Sebastián Soriano Punzano, primer sacristán de la misma, redactó el día 15 de Mayo de 1783. Don Sebastián, personaje interesantísimo e imprescindible en los primeros andares de la Puebla de Periana, escribe:

"Por cuanto en el año de 1762, haviendo venido de visita el Iltmo. Señor Obispo, todos clamaron a su Ilma. pidiendo el pasto espiritual y la presencia de Christo Señor nuestro, presbítero que les administrase los Santos Sacramentos y assistiese a todo género de desconsuelo para encaminar sus almas al cielo; clamando que éste lo fuese el dicho Don Alonso López, a quien por sus loables costumbres todos amaban de corazón. Y su Iltma., como pastor piadoso, conociendo un rrevaño, como era éste, sin gobierno en lo espiritual, expuesto a que el dragón infernal, enemigo capital nuestro, podía, no haviendo custodia que los guardase, hacer con sus astucias y ardides que pereciesen, determinó erigir la dicha hermita en Iglesia Parroquial, y para ello costeó este vecindario el tavernáculo, la pila baptismal y dio el aceite para alumbrar a el Santíssimo Sacramento diez años."

Hechos fundamentales para la historia de Periana: el 5 de Agosto de 1757 estrena su primer alcalde y en 1762 ve colmadas sus aspiraciones de independencia con el nombramiento de párroco. José de Frías ejerció de alcalde hasta finales de 1759. Con alcalde y párroco Periana ya era puebla, ya dejaba de ser un cortijo de Vélez.

Periana ya es puebla

Periana da comienzo a su independencia con 60 vecinos; lo que supone un total entre 250 y 300 habitantes. Debemos sus nombres al ya citado D. Sebastián Soriano. Nosotros, con la misma justificación que el Sr. Soriano, vamos a facilitarlos :

"Para la mayor honra y gloria de Dios Ntro. Señor y de María de los Dolores, y perpetua memoria para los siglos benideros, y que los vecinos que en adelante fueren de esta Puebla de Periana sepan quiénes fueron los primeros pobladores de ella

Vecinos pobladores

D. Alonso López, Presbítero Propio

Francisco de Aiala
D. Sebastián Soriano, Sachristán Propietario

Juan Muñoz
Pedro Molina, alcalde

Francisco Joaquín Fernández y Sánchez
JuandeLagos maior

Dª Micaela Sánchez, vda. de Josef Fernández.
Juan de Lagos menor

Josef de Frías
Christóbal Álbarez

Josef García
Salvador Mateos

Thomás Conexo
Josef Álbarez

Juan Mateos
Josef de Cabra

Salvador Godoi, soltero
Antonio Fernández Sánchez

Salvadora Merino, vda. de Pedro Benítez
Francisca de Estrella, vda. de Pedro de Chica Marcos Moreno
Juan Álbarez Pablo Morales
Pedro Moreno

Juan Moreno Ximénez (alcalde tres años consecutivos)
Salvador Moreno

José Trujillo (fue tres veces alcalde)
Josefa López, vda. de Juan Toruvia

Francisco Bueno y Atencia
Juana de Estrella, vda. de un fulano

Jaime María de Atencia, viuda
Francisco Mateos

Thomás de Lagos
Juan de Morales

Miguel Rodríguez Quiñones
Juan Fernández Sánchez

Salvador de Morales
Pedro Moreno Estrella

Josef de Cuenca
Juan Sánchez

Bartholomé Morales
Mª Tomasa Mateos, vda. de un fulano Rodríguez Salvador de Morales
Mathías Rodríguez Christóbal Bázquez
Diego García Navarro (éste fue tres veces
alcalde)

Bartholomé Mateos
Pedro Obiedo (no he podido saber de dónde
desciende)

Salvador García
Josef Obiedo

Josef Fernández
Juan Ruiz

María Sánchez, vda. de Juan Navarro
Juan de Molina

Ana Núñez, vda. de Fernando Molina
Josef Fernández

Juan de Lagos Marfil
Vicente Bueno

Francisco Moreno Lagos (éste se extravió)

Las autoridades de Vélez-Málaga no se resignaban a perder las tierras de las Rozas Altas y Bajas, con sus alquerías y cortijos; pensaban que el haberle dado alcalde y párroco a la Puebla de Periana no implicaba su independencia administrativa, máxime cuando estaba regida y controlada por un alcalde veleño, nombrado por veleños. Por eso, lo primero que hicieron los representantes de los perianenses, en la acostumbrada proposición anual de alcalde, fue retirar la confianza al Sr. Frías y proponer uno nuevo. Salió elegido Don Juan Moreno Jiménez, a quien el Cabildo de Vélez no tuvo más remedio que refrendar el 19 de Enero de 1760.

Vélez no ceja en su intento de seguir beneficiándose y controlando la nueva puebla: intenta cobrarle el impuesto del aguardiente de los años mil setecientos cincuenta y nueve y sesenta, que ascendía a 1.164 reales y 4 maravedís. Los perianenses se niegan a pagar a un Ayuntamiento que ya no es el suyo y entablan, y ganan, un pleito en la Real Chancillería de Granada. El pleno del Ayuntamiento de Vélez, en el cabildo del día 23 de Agosto de 1762, se da por enterado de la sentencia, contraria a sus intereses, que el corregidor de Granada, el Marqués de Campo Verde, le comunica con fecha 14 del mismo mes.

"En este cabildo se hizo saber y notificó a esta ciudad un despacho de M.I.S. Marqués de Campo Verde, Corregidor de la ciudad de Granada e Intendente de este Reino, fecho en ella catorze de este mes, Legalizado por Don Bernardo del Castillo y Ardila, Escribano Mayor de Millones y Cientos de esta ciudad, ganado por parte del Alcalde y vezinos de la Puebla de Periana, arrabal désta."

Los regidores veleños reaccionan de forma casi infantil, se dedican a menospreciar la nueva puebla. Dicen que los Partidos de Rozas Altas y Bajas, que componen el distrito de tres o cuatro Leguas en contorno, no tienen connotación directa ni indirecta con los vecinos de Periana. Por eso afirman que


"... la que se nombra tal Puebla de Periana es un conjunto de casas cortijos, las más de ellas chozas, que de corto tiempo a esta parte se han fabricado en uno de los partidos del término desta ciudad, que ascenderán al número de veinte o treinta vezinos escasos, a los que, por instanzia que hizieron a esta Ciudad habrá tiempo de tres a quatro años y por obviarles los perjuizios que se les seguían, se nombró, para su gobierno y que con más fazilidad hiziese obedecer las órdenes y mandamientos desta ciudad, su Justizia, un Alcalde pedáneo ..."


Nunca renunció a su control de los Baños de Bilo. Veamos algunos ejemplos:

Varios años después, concretamente en el cabildo municipal del día 11 de Septiembre de 1765, los veleños continúan considerando suyas las tierras de Periana y dieron el visto bueno a las obras que sus operarios habían efectuado en los Baños de Bilo.

"Habiendo visto la cuenta dada por el caballero Don Antonio de Arias sobre la obra de los Baños de las Rozas, con su respectiba rebista de los caballeros Procurador General y Don Antonio de Carrión , a que se les comisionó, en que no se les ofrece reparo alguno, acordó su aprobación."

A este hecho también hace mención García de la Leña, en su obra Conversaciones Históricas Malagueñas:


"Con las lluvias y avenidas tan fuertes acaecidas el 25 de Septiembre de 1764 se arrasaron de tal suerte aquellas rozas que casi no quedó señal del sitio en que estaba el cenagal o fuente, por lo que se juzgó perdida, con gran sentimiento de la Comarca. Advertido este daño por la Ciudad de Vélez, envió sugetos prácticos que buscasen sus veneros, que con efecto se encontraron; pero, como la principal virtud estaba en el limo y cieno del cenegal, no se experimentaba tanto beneficio como antes; no obstante, hizo la Ciudad cercar todo aquel sitio, construir dos estanques con separación para hombres y mujeres, los aseguró en lo posible para preservarlos; y, entonces, para analizar los metales o azufres de que se componía, mandaron en dicho año 1765 al célebre Médico de Vélez D. Ignacio Mazia, y al farmacéutico D. Josef Fernando García y Sevilla (bien conocido por su pericia farmacéutica) con todos los instrumentos químicos necesarios para sus experimentos."

Los veleños continúan considerando suyos los Baños de las Rozas y los perianenses, que tienen otros problemas más graves que resolver, como puede ser su demanda ante el Consejo Supremo de Castilla, se dejan querer. Parece como si dijeran: dejad que Vélez se gaste el dinero, que los Baños, con todas sus mejoras, pronto serán nuestros. Veamos la transcripción del acta del Cabildo de Vélez correspondiente al día 1 de Abril de 1771.

"Y al mismo tiempo los caballeros y síndico del común que se hallaron presentes conformándose en todo con lo antecedentemente expuesto, hicieron presente a esta ciudad que la Diputación y síndico del año pasado de sesenta y ocho representó al Real Consejo la virtud, uso y utilidad de las aguas y vaños de las Rozas comprehendidas en este término a la que concurrían ynnumerables enfermos de diferentes poblaciones, albergándose en chozas y sombras de árboles, con ymponderables yncomodi-dades, tanto por sus accidentes quanto por el exsesivo calor de día y frío y violentos aires de noche, y que construiendo esta ciudad una casa de quenta de sus propios le producirían lo menos quinze mill reales y socorrería sus enfermos, en cuia vista libró su Real Despacho al Sr. Gobernador de Málaga, asociado con el Sr. Corregidor desta, sobre el reconocimiento del terreno, su utilidad, plan de la casa y su costo, como con efecto fue valuado por peritos nombrados de Málaga en ciento veinte y tres mill reales, ynclusos los reparos y ensanches de los Baños, y oy se halla el expediente en el Real Consejo."

Recordemos algo de lo ya escrito. En el siglo XVI existía un núcleo estable de población, que se incrementaba con nuevas llegadas de peones en busca de trabajo en las grandes fincas de su contorno. Éstas eran cuatro, cuyos nombres y propietarios son los siguientes:

1ª. Cortijo de El Algarrobal (o Garrobal) de Gelo, propiedad del Convento y Religiosas de San Bernardo, de Málaga.

2ª. Cortijo de El Ruedo, propiedad del Convento y Religiosas de Santa Clara, de Vélez-Málaga.

3ª. Cortijo de Los Peñones de Aguas, propiedad de Dª. María Antonia Marín Santiago, viuda, vecina de Vélez-Málaga.

4ª. Cortijo de El Encinar, propiedad de D. Francisco Fernández, familiar del Santo Oficio de la Inquisición, vecino de Sedella.

Del cortijo de las monjas de San Bernardo ya hemos visto que el rentero en el año 1757 era "Francisco de Vera, natural de la Puebla de Riogordo". Hemos leído el contrato de arrendamiento de este cortijo en el año 1770. Los datos principales son los siguientes: Se celebró el contrato en Málaga el día 14 de Mayo del citado año; sus arrendatarios fueron Salvador Martín Olgado y su hijo Antonio Martín Hurtado; el cortijo constaba de casa, tierras de pan sembrar y huerta con frutales; la duración del contrato era de cuatro años y su renta 2500 reales de vellón, a pagar en el Convento los días de San Juan y Navidad.

Estas monjas eran dueñas de otro gran cortijo en Periana, pero estaba retirado del poblado, al otro lado del río, en los confines de su jurisdicción. Se trata del "cortijo llamado de la Jamuga y Begas de Blas de Torres". Lo formaban una casa, con tierras de pan sembrar, huerta, olivar, frutales y molino de aceite. Su rentero era el citado Antonio Martín Hurtado, a quien avalaba su padre. La duración del contrato era de cuatro años, como el anterior, y su renta anual 2000 reales de vellón y 6 arrobas de aceite de buena calidad, por San Juan y Navidad respectivamente.

Además de estos latifundios, que llegaban hasta las mismas casas del pueblo, había otras hazas y cortijos más pequeños, algunos con molino de aceite o de harina. Estas hazas y cortijos estaban situados lejos de la población, a varios kilómetros, bordeando los cuatro citados anteriormente. Algunos daban para vivir y otros sólo para suplir la peonada en los meses en que no había trabajo. El número de estos “afortunados” con tierra era de unos veinte, que vivían en la plaza. El resto, que tenía sus chozas en la parte baja, estaba constituido por los sin tierra -y sin presbítero-. Además estaban los que vivían en los cortijos.

"...también está en el término lo que se llama Periana (que es como un varrio de la misma ciudad), cuios havitadores son tan vecinos de ella como los que tienen su Presbítero en la plaza; de modo que el Corregidor y Regidores de Vélez ejercen sus funciones en Periana como sitio indistinto del pueblo."

Por eso, no es de extrañar que el hambre no fuera una desconocida en las casas de la Puebla de Periana. Los cuatro grandes cortijos eran explotados por cuatro renteros, que solamente pensaban en su enriquecimiento personal, sin importarles a costa de qué. Sus propietarios se conformaban con recibir puntualmente las rentas. Qué más da que fueran unas purísimas monjas de clausura, o una pía y caritativa viuda o un justo representante de la integridad de una doctrina cuyo primer y principal mandamiento es el amor.

Con las palabras anteriores no pretendemos hacer demagogia, sino, todo lo contrario, representar exactamente la realidad de Periana, como la de la mayoría de las aldeas de nuestro país en aquellas fechas. Para convencernos de ello no tenemos más que leer las declaraciones de los testigos en el juicio ante el Consejo Supremo de Castilla. Todos coinciden en el estado de indigencia de la mayoría de las familias de la puebla. Como ejemplo, ponemos las palabras de uno de ellos, Francisco Caro, “labrador y morador en el cortijo que llaman del Cerrillo”.

... constituidos los demás al estado de puros jornaleros e imposivilitados a
vivir con otros arvitrios e injeniaturas, tanto por no darlos de sí el país
quanto por hallarse sin otros terrenos o porciones que labrar; a cuia causa
viven con sus familias en considerable pobreza, amenazando la próxima
contingencia de despoblarse, como antes lo fue, a motivo de la falta de arraigo
de sus naturales y de medios de proporcionada seguridad a conservarse en ella a
costa de su trabajo. Sábelo el testigo porque, como tal labrador de campo y
estar cercano a los tales cortijos litigiosos, tiene visto y obserbado quanto se
articula en esta pregunta y la notoria pobreza a que están reducidos dichos
vecinos de la insinuada Puebla, donde ha estado muchas y repetidas veces; por
que luego que salen de dicha población no tienen a qué mirar si no es al triste
jornal que los mencionados quatro colonos de dichos cortijos quieran darles y si
éstos, porque la multiplicidad de otros jornaleros de distintas partes los
tienen apalabrados o la escasez de los tiempos presentes, falta de llubias u
otras intemperies no dan lugar a que siempre puedan destinarse todos los
mencionados vecinos. De ay es que perecen notoriamente, qual se adviene en dicha
Puebla, que ni pueden alimentarse ni subvenir a las dichas reales contribuciones
y demás indijencias que tienen y van significadas; todo lo qual y demás que
pueda ocasionar se cejará ciertamente siempre que se les diera en dicho
arrendamiento a dichos vecinos las tierras de dichos quatro cortijos, pues con
ello respiraran y pudieran acudir a las mencionadas contribuciones y se
sobstubiera el nervio de aquella república, y, al contrario, es, al parecer del
testigo, fatible su despoblación, como ya se ha verificado en otros tiempos.


En estos tiempos de desesperanza, concretamente, en el año 1761, aparece por la Puebla de Periana el que, según parece, fue su salvador: Don Sebastián Soriano Punzano. Este señor fue nombrado sacristán propietario de la recién creada parroquia de San Isidro Labrador. Desde el primer momento se puso al servicio de los desamparados y los animó a que encauzaran sus protestas por cauces legales. Él mismo se haría responsable de la parte burocrática de este pequeño e incipiente movimiento reivindicativo.

¿Hasta dónde no llegaría la desesperación de esta gente para, a pesar de su analfabetismo endémico, de su costumbre a sufrir, de su capacidad de aguante, unirse y ponerse en manos de un desconocido que les ofrece solucionar su problema por cauces legales?.

"Desentendiéndose de esta verdad constante no recelaron algunos havitadores del tal varrio de Periana llamados Joseph Trujillo Molina, Juan Álvarez Bolaños, Bartolomé Mateos, Juan de Lagos Cavello, Pedro de Chica Benítez, Joseph Pasqual Martín, Joseph de Cuenca y Joseph de Chica, acudir al Corregidor por Marzo de mil setecientos sesenta y siete, tiempo en que Joseph de Frías tenía en arrendamiento el cortijo de la disputa."

Pobre gente que confiaba en la justicia de los políticos. Ellos creyeron que, cuando diez años antes, en 1757, el Corregidor les nombra por alcalde a José de Frías Palma era para solucionar su hambre, para ellos el único problema. No habían pensado que José de Frías era su primer explotador. No habían leído, porque no sabían leer, la justificación que se da a este nombramiento en el auto del Corregidor.

"... está poblada de más de sesenta vecinos labradores con sus familias y mozos sirbientes...
.... sin las cresidas que en los cortijos inmediatos ay"
"... para que, al mismo tiempo, aia quien gobierne a aquellos moradores y que con esta falta no vivan sobre sí, sino con respecto a la justicia y temor a Dios Nuestro Señor."

Como puede verse en los textos anteriores, la preocupación por los espíritus de los famélicos perianenses es constante, pero del hambre de sus cuerpos nadie se acuerda. Sólo se pretendía tener en Periana a un hombre de confianza, que acallase los primeros conatos de queja, que mantuviese el orden y el temor a Dios.

Desconocemos si se conserva el texto de la respuesta del Corregidor, a quien dirigieron su primera demanda, pero es fácil deducir que fue negativa en tanto en cuanto el asunto terminó en el Real y Supremo Consejo de Castilla.

Antes de su recurso al Consejo de Castilla dirigieron su demanda a la Chancillería de Granada y, por lo visto, el resultado fue el mismo que cuando se dirigieron al Corregidor.

Hemos dicho que el asunto, después de dos fracasos, terminó en el Real y Supremo Consejo de Castilla, con una demanda de fecha 30 de Julio de 1771. Estamos casi convencidos de que este recurso fue fruto de la cabezonada de los habitantes de la Puebla de Periana más que de su fe en la justicia.

La sentencia del Consejo de Castilla está contenida en una Carta Ejecutoria de S.M. Carlos III, de fecha 5 de Octubre de 1774. Este importantísimo documento para la Historia de Periana se conservaba en su Archivo Municipal hasta que un desaprensivo lo ha robado. Consta de ciento ochenta y cinco folios sin numerar. Creemos que le faltan, al menos, otros doce folios más. No nos vamos a entretener en su análisis porque, debido a su contenido y a su extensión, merece un estudio monográfico.

Terminamos aquí la primera parte de nuestro trabajo y dejamos para el próximo número el estudio de la Historia de Periana desde el momento en que sus habitantes se convirtieron en renteros de las tierras que hasta entonces habían trabajado como asalariados.

sábado, 30 de mayo de 2009


EL TERREMOTO DE 1884


Eran las fiestas de Navidad del año 1884. El día 25 de Diciembre, cuando faltaban diez minutos para las nueve de la noche, el suelo explotó en Periana y los perianenses, desquiciados por el impresionante estruendo y por el enorme temblor de tierra, se tiraron a la calle y andaban sonámbulos de un lado para otro sin atinar en donde refugiarse, esquivando ser tragados por las grietas que se abrían en las calles y eludiendo ser enterrados vivos por los muros de las casas que se desplomaban.
La hora indicada es la dada por algunos autores. No obstante, un equipo de geógrafos dice:

Uno de los grandes sismos que asolaron España en el pasado fue el llamado “Terremoto de Andalucía”, ocurrido aproximadamente a las 21:08 horas, referidas al meridiano de Greenwich, del día 25 de diciembre de 1884.

El terremoto tuvo dos réplicas en las horas siguientes; lo que terminó de enloquecer a aquella pobre gente. Corrían, corrían y no sabían a donde. Tanto corrían que muchos llegaron corriendo a Riogordo y a Colmenar. Esto es lo que dice el señor alcalde de la villa, Don José Zorrilla Toledo, en el informe que envía al Excmo. Sr. Gobernador Civil de Málaga.

la mayor parte de estos vecinos habían abandonado sus domicilios, refugiándose en los inmediatos pueblos de Colmenar y Riogordo.

No pudieron huir a los pueblos limítrofes de Alfarnate y Zafarraya porque los caminos que unían éstos con Periana habían quedado cortados. La parte de la sierra fue una de las más afectadas a causa de los grandes hundimientos y desprendimientos de tierra y rocas. Sobresalen los ocurridos en las sierras de Enmedio y de Marchamona, junto con el cerro del Encinar. En un estudio del Instituto Geográfico Nacional se dice:

Cabe destacar el hundimiento de más de dos metros de profundidad que afectó a una franja de casi cuatro kilómetros de longitud por 10 a 35 metros de anchura y que discurría desde el puerto del Sol hasta una zona situada un kilómetro al norte del cortijo de El Batán, pasando por los cortijos de Guaro, Zapata, El Batán y La Cueva. Este hundimiento provocó la destrucción completa de la aldea de Guaro y la aparición en el cortijo de El Batán de una grieta de más de metro y medio de anchura; en cambio, el cortijo de Zapata permaneció intacto, pese a su proximidad al hundimiento
.

Para hacernos una idea de lo que fue el terremoto en esta zona de Periana copiamos de un suplemento del diario Sur publicado en el centenario de los hechos:

El cortijo de Guaro, situado entre el Boquete de Zafarraya y Periana, quedó sepultado, intacto, varios metros. A las personas que lo habitaban les dio tiempo de salir y ponerse a salvo. Al ser excavado el terreno, pudo comprobarse que la cortijada había quedado íntegra, sólo que unos metros más abajo de su emplazamiento.

Por el contrario, la fuente y una era, donde las mozas y mozos de Guaro bailaban los típicos verdiales navideños, fueron tragadas por la tierra y se convirtieron en una laguna de 1.800 metros cuadrados. Sólo bastaron unos segundos para que la paz y la dicha de un pueblo que disfrutaba de sus fiestas de Navidad se convirtieran en tragedia y desolación. Con la era no sólo desaparecieron los vestigios de la antigua alquería mora de Guaro, sino, lo que es más triste, murieron siete de sus habitantes.
Otras veces estos movimientos produjeron enormes grietas en el terreno, como la de Marchamona o la que salía de las afueras del casco urbano y terminaba en lo alto del Puerto del Sol, en el límite con Alfarnate.
También fueron numerosos los arrastres de tierras, arrastres que trasladaron los árboles de algunas fincas a las de los vecinos.
Al día siguiente, ya con la claridad del amanecer, pudieron empezar a hacer recuento de los destrozos que se habían producido. El resultado no pudo ser más desalentador: contaron cuarenta muertos y dieciocho heridos graves y trescientas siete casas hundidas, según el informe del gobernador civil; el informe del ingeniero D. Domingo de Orueta, que acompañó al Rey en su visita a Periana, fue mucho más aterrador: eleva los muertos a cincuenta y ocho y los heridos a ciento sesenta y tres. Esta diferencia de cifras tiene una explicación bien sencilla: el informe del gobernador se confeccionó en los primeros días, el del Sr. Orueta se hizo tres semanas después de ocurrido el terremoto y, por tanto, con más tiempo, no sólo para perfeccionar el recuento, sino también para que bastantes de los heridos pasasen a engrosar la lista de los fallecidos. Pasados los días supieron los perianenses que habían logrado el palmarés de la desgracia en la provincia de Málaga. En los otros pueblos malagueños de la comarca que tuvieron muertos -Vélez, Alcaucín y Canillas de Aceituno - pudieron anotarlos con un número de un solo dígito. En un censo de 4.060 habitantes, que son los que tenia Periana aquel año, cincuenta y ocho muertos son muchos muertos; no quedaría familia sin tener a quien llorar.
A la pena de verse sin los suyos hay que añadir la ruina económica de encontrarse de la noche a la mañana sin casa donde refugiarse: de las 506 viviendas que formaban el núcleo urbano de la villa y de las 191 diseminadas por sus campos fueron destruidas totalmente según el informe ya citado, 158 y sufrieron graves daños otras 146. Es decir, casi la mitad del pueblo quedó inhabitable. También fueron convertidos en escombros la iglesia, el ayuntamiento y el cuartel de la guardia civil, edificios que se encontraban en la plaza de la Constitución.
En toda la zona de influencia del sismo se produjeron unas 800 víctimas mortales y 1.500 heridos. Las casas destruidas fueron 4.400 y las dañadas unas 13.000.
La falta de ayuda inmediata, debida principalmente a la carencia de vías de comunicación, provocó la muerte evitable de muchas personas, que tuvieron que hacer frente a todo sin vivienda, sin ropa, sin comida y sin medicinas. Lo único que contuvo la escalada de muertes fue la entrega generosa de los pocos que quedaron indemnes y de los pueblos vecinos, que acogieron a familiares y conocidos.
La autoridades municipales de Periana parece que habían quedado zombis: hasta el día 28 no empezaron a reaccionar. Este día el Ayuntamiento celebró un pleno en el que se acordó

la conveniencia de que se nombrara una comisión de la corporación que pasase a la capital y exponer verbalmente al Gobierno la aflictiva situación de estos vecinos, con el fin de que implorasen del Gobierno remitiese algunos auxilios para atender siquiera a las primeras necesidades, así como proveyese de albergue a muchos que carecen de él, pasando la vida a la intemperie y sufriendo las inclemencias del tiempo.

Cuando hablamos de pasar la vida a la intemperie hablamos de finales del mes de Diciembre y de un pueblo donde, a continuación del terremoto, se produjo la nevada mayor conocida en la historia de aquella zona.
No sólo la gente pobre carecía de lugar donde refugiarse; tampoco lo tenían los insignes miembros de la corporación municipal. En el acta de cabildo del día 28 se lee:

..... reunidos los Sres. del Ayuntamiento de la misma que se anotan al margen, en sesión ordinaria y en el sitio de la plaza, por no poder celebrar sesión en la casa capitular por hallarse derrumbadas en parte y en estado ruinoso las demás habitaciones que la componen

Hasta el día 29 de diciembre no se tuvo noticias de la catástrofe a nivel nacional. Fue Don Luís Seco de Lucena, director del periódico granadino El Defensor de Granada el que se dirigió a la nación, informándole de la desgracia y solicitando ayuda con la mayor urgencia. En Madrid no se lo creen; interpretan el clamor desesperado del vocero de los pueblos granadinos y malagueños como una exageración andaluza. Hasta el día 8, en que los corresponsales de distintos medios nacionales confirmaban las noticias de su colega de Granada, no empezaron a tener conciencia clara de lo ocurrido.
La reacción de las autoridades locales a que hemos aludido no debió ser muy grande, porque de otra forma no se explica que en el siguiente pleno del Ayuntamiento, que se celebró el día 4 de Enero, también en la plaza, a la intemperie, no se tratase más asunto que el siguiente:

El Sr. Presidente dio cuenta a la corporación de que por el guarda de campo José Aranda García le había sido presentada la dimisión de dicho destino ... y el Sr. Presidente dio por terminada la sesión, firmando los Sres. que saben de los concurrentes.

Como curiosidad diremos que firmó el señor alcalde y siete concejales de los ocho que asistieron; no supo firmar el edil Don José Molina.
El día 11 de Enero el Gobernador Civil de la provincia responde a la comisión municipal que le visitó enviando un delegado, Don Francisco de Palma Romero,

para instruir expediente sumarísimo en que se haga constar todos los daños sufridos a consecuencia de los recientes terremotos.

Seis días después, el 17, el alcalde ordena se publique "la noticia de que en el dia de mañana, y a las diez de ella, vendrá S. M. el Rey a visitar este pueblo". Alfonso XII, a pesar de que ya tenía en estado avanzado la enfermedad que le llevó a la muerte, decidió compartir la desgracia con los granadinos y malagueños. Quizás esta valiente decisión adelantó el final de su vida: fue un viaje muy duro, con unas condiciones climatológicas extremas y con unos caminos que muchas veces hasta le impedían el uso de cualquier clase de vehículo.
Vamos a detenernos un poco recordando algunos hechos y anécdotas de esta visita. Para ello tomamos los datos facilitados por un testigo presencial, por un miembro de la comitiva real. Se trata de D. Narciso Díaz de Escobar, que acompañaba al rey en su función de corresponsal del Diario Mercantil. Hay en su archivo un manuscrito de doce cuartillas, que parecen el borrador de un artículo periodístico, en el que nos detalla pormenorizadamente lo más destacado de aquel viaje. Lo titula “El Rey Alfonso XII en Periana”. Dedica su trabajo a D. Enrique Casamayor, pero parece ser que cambió de opinión; tacha este nombre y escribe el de D. José María Villasclaras. Nos dice que

... el 16 de Enero llegó a Málaga, donde sólo permaneció un día, pasando después a Torre del Mar. En el Ingenio de los Sres. Larios prepararon éstos, con esplendor notable, pabellón para S. M., los Ministros y demás personas que acompañaban al Rey.

Relaciona a continuación las principales personalidades del séquito y los corresponsales de prensa que cubrían el viaje. Son los siguientes:

Personalidades: El Conde de Sepúlveda, el Ministro de la Guerra General Quesada, el de la Gobernación Sr. Romero Robledo, el Dr. D. Laureano García Camisón, médico de D. Alfonso, el General Blanco, el Brigadier Correa, el Diputado a. Cortes Sr. Alarcón Luján, el Senador Marqués de Iznate, el Gobernador Civil D. Salvador Solier, los Diputados Provinciales Sres. Sell y Guzmán, Mérida Díaz, Guerrero Pérez y López Palacios, el Jefe de la Guardia Civil de la Provincia, los Ingenieros Sres. Vasconi y Pérez, el Oficial 1º del Gobierno D. Eugenio Carreras y los Sres. D. Tomás Heredia, D. Juan Blasco, el sabio D. Domingo Orueta y el pintor eminente Moreno Carbonero.

Periodistas: Mr. Thompson, del The Times; Mr. Gautier, de La France; Mr. Vidal, de Gil Blas; Vizconde de Cleverie, de Le Figaro; el simpático Quijana, de El Imparcial; Romero Molina, de La Correspondencia de España; Cárdenas, de La Época; Miralles, de El Correo; el dibujante Camilo, de La Ilustración Española y Americana; Díaz de Escobar (J), de La Gaceta Universal; Eloy Rojas Relosillas, de El Correo de Andalucía; el joven Cobos, de La Lealtad de Granada y Narciso Díaz de Escobar, de Diario Mercantil.
El día 18, a las cinco de la mañana, cuando aún no habían descansado del duro viaje del día anterior, las cornetas de la Guardia Civil tocan a diana. Después de un chocolate caliente servido en el comedor y de una misa de campaña celebrada por el párroco de Torre del Mar, Don Enrique Gutiérrez, a las claras del día, la comitiva emprende la marcha por la carretera de Torre del Mar a Vélez-Málaga. El rey se había acomodado en el landó del marqués de Iznate, acompañado por los señores Quesada, Romero Robledo y Dr. Camisón; en el asiento del pescante iba el Sr. Viana-Cárdenas. Los demás miembros de la comitiva se repartieron entre los carruajes, ómnibus y familiares, puestos a su disposición.
Al llegar a Vélez ya recibieron el primer impacto desagradable de los desastres del terremoto:

El Paseo Viejo presentaba doloroso aspecto. Los vecinos de Vélez, centenares de personas, se confundían bajo una especial barraca mal concluida y cubierta por lienzos. Hasta un convento de monjas se había trasladado allí, con su abadesa y todo.
En algunas barracas había hosterías, tiendas de ultramarinos, panaderías y hasta una taberna, situada frente a ruinas de casas destruidas por el terremoto, la cual ostentaba sobre su puerta un letrero que decía Bellavista. ¡Terrible sarcasmo ante aquel cuadro de desolación!.

Pasan Vélez y llegan al bar Rubite, término de la primera etapa. Suponemos que el nombre de esta venta se debe al hecho de encontrarse junto al puente del río Rubite. La segunda etapa ha de hacerse por malos caminos y a caballo.

Don Alfonso montó un animal de hermosa estampa, propio, si mal no recordamos, del Diputado por Archidona D. Miguel Sánchez-Lafuente. Había algunos otros caballos de particulares y el resto pertenecía al cuerpo de carabineros.

Al poco de salir empezaron los incidentes: “El anciano Conde de Sepúlveda fue arrojado por el caballo”. La misma suerte corrieron el ingeniero francés Vizconde de Cleverie y el periodista Romero Molina. Éstos se quedaron sin conocer Periana: volvieron al campamento acompñados por el Gobernador Civil.
Hacia el mediodía llegan a Periana. Cedemos la palabra al Sr. Díaz de Escobar para que nos describa de primera mano la situación de la Puebla a los veinticuatro días del terremoto:

... un cuarto de hora después entrábamos en sus calles, que eran calles de ruinas. Aquellos harapientos vecinos mezclaban a sus aclamaciones el lamento y la petición. Vivían a la intemperie, sin socorro alguno. La iglesia estaba destruida y su campanario en el suelo. De algunas fincas no quedaba en pie ni una sola pared. Los muertos habían sido muchos y sus deudos, llorando amargamente, se arrodillaban ante D. Alfonso, que los atendía con cariño, socorriéndolos con esplendidez.
En improvisado hospital existían cuarenta y dos enfermos graves, pues los menos graves no habían podido tener ingreso. El Rey mandó se trasladaran aquella tarde a la tienda levantada por la Diputación Provincial para verificar el almuerzo.
Don Alfonso habló, uno por uno, con todos los heridos y les iba entregando 75 pesetas. Además llamó al cura y al alcalde y les entregó importantes donativos.
Una mujer refirió al Rey los esfuerzos y heroicidades que en la fatal noche del 25 de Diciembre realizó el alférez de la Guardia Civil D. Manuel Martínez Reina. Le invitó el Rey a que se acercara y, al felicitarle, le otorgó el empleo de teniente de ejército. Este modesto oficial se expresó quitando mérito a sus actos y elogiando al capitán D. Eduardo Marín y a los guardias a sus órdenes. Los vecinos que le oyeron repitieron que el capitán y todos los guardias se portaron admirablemente, pero que el verdadero héroe fue el alférez Martínez Reina.
Entró el Rey a la tienda destinada al almuerzo, probó algunos manjares y, cuando aún varias de las personas de la comitiva no habían llegado a sentarse, el Monarca reparó en los grupos de mujeres y niños que con cara de hambre se acercaban a las verjas azules y blancas de la tienda, envidiando a los que iban a almorzar, con ojos llenos de codicia. D. Alfonso se puso en pie [falta una línea en el manuscrito] con acento, al parecer conmovido, exclamó:
“No es justo, señores, que nosotros almorcemos tan opíparamente mientras algunos de esos infelices acaso no tengan pan que llevarse a la boca”.
Y, sin vacilaciones, dio orden para que todo el almuerzo se distribuyera a los pobres. ¡Cuántos vivas, cuánta alegría, cuántas bendiciones respondieron a este acto generoso!
La mayor parte de los expedicionarios se quedaron con un hambre terrible, pero todos, absolutamente todos, elogiaron el rasgo de caridad del Monarca.
El regreso no ofreció accidente alguno. Al llegar a el campamento varias personas esperaban al Rey para hacerle peticiones. Todos fueron atendidos.
Entre ellas llamaba la atención una hermosa joven con hábito de carmelita. Contó al Rey que años pasados iba a profesar en el convento del Carmen de Vélez, teniendo por dote una viña, pero la filoxera le destruyó ésta por completo. Entonces una persona le cedió una casa para que sobre ella radicase el expresado dote, mas la triste noche de Navidad la casa se trocó en montón de ruinas. La joven, que no tenía familia alguna, lloraba desconsoladamente y el Rey la consoló ofreciéndole auxilios para levantar la finca destruida.

Así termina el escrito de Don Narciso. Creemos que es suficiente para conocer la visita del rey a Periana y hacernos una idea más acertada de las consecuencias de aquel inolvidable terremoto.
El viaje del rey a los pueblos afectados mereció del corresponsal del diario The Times el siguiente colofón a su crónica:

Ningún espléndido festival habría impresionado tan profundamente el corazón del pueblo como la voluntaria asociación del monarca a sus tribulaciones. Su nombre ha sido consagrado en el devastado cuadrilátero de Granada, Málaga, Antequera y Motril,

Ni siquiera esta visita sirvió de acicate para despertar a las autoridades municipales. Veamos el comentario que mereció en el pleno celebrado aquel mismo día, dos horas después de la marcha de Alfonso XII:

El Sr. Presidente hizo presente la inmensa satisfacción que había tenido del recibimiento que por la corporación y todo el vecindario se había hecho a S. M. el Rey en su visita a este pueblo, quedando todos los habitantes muy complacidos de los favores que el Monarca ha dispensado a este afligido pueblo. Acto seguido el Sr. Presidente dio cuenta a la corporación de una instancia presentada por los rematantes del arbitrio municipal de pesas y medidas.

La visita del rey mereció siete líneas del acta de la sesión; la solicitud de Bernardo Morales García y Eusebio Larrubia Raya, sesenta.
Llevamos casi un mes y las autoridades del pueblo no responden a tanta desgracia. Parece como si, a consecuencia de la misma, hubiesen perdido el sentido de la realidad.. Veamos otra muestra: el pleno siguiente del Ayuntamiento se celebró el día 25 de Enero. El único asunto a tratar que tenían fue la dimisión del escribiente temporero Don José Portillo Cruz y la designación de un sustituto.
Se nombra, con el mismo carácter del que ha cesado en este día, a Don Salvador Mata Téllez, quien reúne las condiciones de idoneidad que dicho destino requiere, con el sueldo diario de dos pesetas cincuenta céntimos.

Aunque las autoridades municipales de Periana no reaccionan debidamente ante la catástrofe, no por eso dejan de ser seres vivos y sentir frío en los plenos celebrados en la plaza. Por eso, el alcalde, D. José Zorrilla Toledo, el día 1 de Febrero, propone a sus concejales solucionar el problema de la manera siguiente:

En la villa de Periana, a primero de Febrero de mil ochocientos ochenta y cinco, reunidos en la Plaza de la Constitución los Sres. del Ayuntamiento cuyos nombres figuran al margen, en sesión ordinaria, bajo la presidencia del Sr. Alcalde D. José Zorrilla Toledo, el que declaró abierta la sesión, dando principio con lectura del acta anterior, la que quedó aprobada. El Sr. Presidente expresó a la corporación la imperiosa necesidad de que se hiciese un barracón de madera con destino a Salón Capitular y Secretaría de este Ayuntamiento, con condiciones de capacidad y buena construcción, para colocar en él la oficina y el archivo municipal, que se encuentra en muy mal estado por haber tenido que sacar de entre los escombros muchos de los documentos que lo constituían. El Concejal D. Rafael Núñez Barroso hizo presente que, teniendo un corral en su misma casa de bastante extensión, lo ponía a disposición de la corporación para que, si acordaba construir el barracón, que él consideraba muy necesario, lo utilizase con dicho fin, hasta tanto se pudiese reconstruir la casa capitular. Informados los Sres. concurrentes y vista la imperiosa necesidad de lo expuesto por el Sr. Presidente, acordaron por unanimidad de votos aprobar el pensamiento y que, sin dejar transcurrir más tiempo, se proceda sin dilación a la construcción del referido barracón

Vamos a confeccionar un pequeño índice con los asuntos tratados en las sesiones de la corporación municipal hasta la finalización de primer trimestre. Al terminar de leerlo sólo podremos sacar una conclusión: el alcalde y concejales de Periana en estas fechas o eran unos incompetentes o eran unos indeseables.
Sesión del día 8 de febrero.- El asunto único del día fue la solicitud y concesión de un permiso al secretario “con el propósito de transportar a su familia a Extremadura, por carecer de habitación en este pueblo”.
Sesión del día 15 de febrero.- Asunto único también: ”El Sr. Presidente manifestó a la corporación el abandono en que se encontraban los campos por no poder atender a la guardería rural los dos guardas que están nombrados”.
Sesión del día 22 de febrero.- Asunto único: “acto seguido el Sr. Presidente dio cuenta a la corporación que el Secretario D. Emilio de San Martín había vuelto de su viaje”.
Sesión del día 1 de marzo.- Continúan los asuntos únicos: “el Sr. cura Párroco de esta villa había acudido a la Alcaldía con el propósito de que se le facilitara un local a propósito para poder celebrar misa y tener conservadas las efigies, que aún se encuentran en varias casas particulares, por haberse derrumbado la única iglesia que existe en este pueblo”.
Sesión del día 8 de marzo.- En este día ya se trató algo relacionado con la desgracia que sufría el pueblo, pero no fue por iniciativa de los representantes de los vecinos de Periana; fue la lectura de una orden del Gobernador Civil en la que les da un plazo de diez día para que le remitan un informe detallado “de los perjuicios que los vecinos de ésta han sufrido por consecuencia de los terremotos”.
Sesión del día 22 de marzo.- Por lo visto, el secretario no se encuentra a gusto sin su familia y solicita un mes de permiso “para trasladarse a Extremadura a restablecerse de su quebrantada salud”.
Sesión del día 29 de marzo.- También para comunicar una orden superior; esta vez una circular del Boletín Oficial nº 42 “por la que se ordena la renovación total de la Junta Pericial para el Reparto de la Contribución Territorial”, cosa que se contradice con los beneficios fiscales concedidos por el Gobierno y que más adelante comentaremos.
Éstos fueron los resultados:

Peritos que cesan: Manuel Martín Larrubia, Manuel Porras Arrebola, Francisco Nacle Muñoz, Manuel Carrera Caro, Manuel Barroso Frías, José Silva Gutiérrez, Miguel Díaz Morales, Juan Bolaños Moreno y José Zorrilla Cañizares.

Peritos elegidos por el Ayuntamiento, indicando la contribución en pesetas que paga cada uno:
Manuel Núñez García (783), José Jiménez Ocón (286), José Rodríguez Reina (175), Antonio Godoy Mayorga (131) y Salvador Frías Fernández (98).

Propuestas en ternas para la Admón.:
Terna 1ª.- Celedonio Alba Pascual (478), Diego Chica Fernández (466) y Diego Jaime Moreno (270).
Terna 2ª.- José Zorrilla Núñez (123), Salvador Lagos Zapata (124) y Antonio Muñoz Frías (123).
Terna 3ª.- Antonio Zorrilla Toledo (105), José Mostazo Chica (117) y Antonio Báez Morales (70).
Terna 4ª.- Julián Jaime Moreno (69), Eduardo Frías Larrubia (45) y Francisco Lagos Muñoz (36).
Terna 5ª.- Manuel Chica Ruiz (63). Los otros dos nombres no se pueden leer en el documento.
Terna 6ª.- Alonso Larrubia Sánchez (117), Alonso Larrubia Conejo (39) y Vicente Vázquez González (9).

Menos mal que el Gobierno de la nación fue más sensible que el de Periana y el día 2 de enero de 1885 publica un Real Decreto, que quedó reforzado con las leyes de 7 de enero y 14 de junio del mismo año.
Veamos algunas de las medidas tomadas:

- Real Decreto del día 2 de enero de 1885 por el que se ordena la creación de juntas provinciales de auxilios.
- En la misma fecha se otorgan otros beneficios a los pueblos de Granada y Málaga, como suspender la cobranza de los impuestos,
- Remitir a las Diputaciones respectivas 90.000 pesetas.
- El día 7 del mismo mes se nombró una comisión encargada de estudiar los movimientos subterráneos.

También se acordaron de tantas víctimas los literatos y pintores de España y Portugal. Para colaborar en la colecta publicaron un folleto de treinta y una páginas con maravillosas obras.
Tampoco fueron insensibles a tamaña desgracia los países extranjeros. Todo el mundo reaccionó de forma diferente a la de las autoridades perianenses: cuando se conoció la noticia empezaron a enviar ayudas económicas y materiales desde todos los continentes.
A repartir entre los pueblos afectados de Granada y Málaga se recibieron unos seis millones y medio de pesetas, de los que casi la mitad eran del extranjero. Las provincias españolas aportaron 3.449.191,30 pesetas y los diferentes países extranjeros aportaron 3.006.794,46 pesetas. Lo que nos da un total de 6.455.985,85 pesetas.
Adjuntamos sendas relaciones detalladas, por provincias, de los donativos recibidos desde España y, por países, de los recibidos desde el extranjero.
También presentamos un mapa en el que se señalan los diferentes pueblos y ciudades que recibieron subvenciones.
Para administrar estos fondos se nombró una Comisaría Regia en Abril de 1885, de la que fue nombrado comisario Don Fermín de Lasala y Collado, duque de Mandas. Se disolvió la misma en Diciembre del año 1887, una vez cumplido su cometido. De los treinta y un pueblos de la provincia de Málaga que recibieron ayuda Periana, por desgracia, aparece en cabeza.
De la reconstrucción de Periana se encargó directamente la Comisaría Regia, que construyó de nueva planta veintiuna viviendas en el Carrascal; en La Lomilleja se construyó un nuevo barrio, con cincuenta viviendas, dos escuelas y una iglesia. Las viviendas fueron entregadas en Junio de 1887. La construcción de la Iglesia y de las escuelas, cuyo proyecto se debe al arquitecto madrileño Don Eduardo de Adaro, se demoró algo más. Precisamente, al mes siguiente, el día 8 de Julio, se firma en la notaría de Don Miguel Molina y Terán, de Málaga, una escritura de constitución de sociedad entre Don Salvador Herrero y Puente y don Joaquín de Toro Martín, ambos vecinos de Málaga. El único fin de esta sociedad es “ejecutar las obras de nueva construcción de los edificios referidos que han de ser destinados a Iglesia Parroquial y a Escuelas en la Villa de Periana”. La compañía durará el periodo de tiempo que se invierta en la realización en las antedichas obras; en cuya sociedad el Don Salvador Herrero sólo ostentará el carácter de socio industrial y el Don Joaquín de Toro Martín el de socio capitalista, fijando como domicilio esta ciudad de Málaga.

La cláusula 3ª del contrato estipula que

El Don Joaquín de Toro vendrá obligado a ir facilitando, como tal socio capitalista, las cantidades que periódicamente se vayan necesitando para la ejecución y marcha de las referidas obras.

La cláusula 4ª habla del reparto de beneficios: al socio industrial le corresponde una tercera parte de los mismos y al socio capitalista dos terceras partes. Éste asume todas las pérdidas si las hubiese.
Las cláusulas 5ª y 6ª tratan de la administración del dinero: el Sr. Herrero tiene la obligación de justificar el uso de las cantidades recibidas del Sr. de Toro. También es obligación del Sr Herrero poner

a disposición del Don Joaquín de Toro todas cuantas cantidades que, por certificaciones de obra ejecutada, le sean entregadas por la Comisaría Regia.

Antes de este contrato el Sr. de Toro ya había entregado al Sr. Herrero el importe necesario para cubrir los obligados depósitos de garantía. Ascendía el de la iglesia a 3.200 ptas. y el de las escuelas a 1.000 ptas..
Una vez terminada la obra de la iglesia se colocó en el vestíbulo de la misma una lápida de mármol en la que se puede leer:

A LAS NUEVE DE LA NOCHE DEL DÍA DE LA
NATIVIDAD DE N. S. J., AÑO DE 1884, COMENZÓ
A ESTREMECERSE LA TIERRA DE GRANADA Y
MÁLAGA, EN ZONA DE 200 KILÓMETROS DE
LONGITUD Y 70 DE ANCHURA, CON SUS POBLACIONES.
ARRUINÁRONSE ALGUNAS. EN CASI TODAS
ELLAS SE DESPLOMARON EDIFICIOS, MURIERON
745 PERSONAS, 1263 PADECIERON DAÑO CORPORAL.
NADIE QUEDÓ LIBRE DE AMARGURA Y ESPANTO.
VINO AQUÍ PRESUROSO EL CARITATIVO Y ALENTADO
REY D. ALFONSO XII CUANDO EL AZOTE
DURABA TODAVÍA, CUANDO LA VENTISCA Y LA
NIEVE CERRABAN EL PASO AL CAMINANTE.
ENJUGÓ LÁGRIMAS, SOCORRIÓ AL POBRE,
FORTALECIÓ LOS ÁNIMOS. LLAMANDO EN SU
AYUDA A LA CARIDAD UNIVERSAL. PARA
REMEDIAR AQUELLA DESDICHA HABÍA INICIADO
YA UNA SUSCRIPCIÓN QUE EN LOS DOMINIOS
ESPAÑOLES PRODUJO 3.440.734 PESETAS
Y EN OTROS NOBLES PAÍSES 3.006.363.
MERCED A TAN EFICAZ AUXILIO 14.000 CASAS
FUERON CONSTRUIDAS O REPARADAS
PRONTAMENTE Y EN EL NUEVO BARRIO DEL
PUEBLO DE PERIANA SE ALZÓ ESTA
YGLESIA PARROQUIAL.
ORAD POR EL EXCELSO PRÍNCIPE QUE VIVIÓ
HACIENDO BIEN Y CUYA PREMATURA MUERTE
LLENÓ DE TRIBULACIÓN A ESPAÑA.

También el obispo de la diócesis colaboró construyendo un grupo de viviendas en la Quinta. El día 9 de Abril de 1886, “el Exmo. e Iltmo. Sr. Doctor Don Manuel Gómez de Salazar y Lucio Villegas, Misionero Apostólico, Caballero de la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, del Consejo de Su Majestad y Obispo de esta Diócesis”, ante el notario de Málaga Don Enrique Ruiz de la Herrán, da poderes al cura de Periana, Don José Giménez Gamberos, para que compre a Don Manuel Núñez García una haza en el partido de la Quinta, que linda “por el Norte y Poniente con el Camino del Cortijo de las Cañadas, por Levante con casas de la expresada `población y por Sur con tierras de Don Antonio Bueno”. El precio pactado fue de 1.625 pesetas.
El pueblo se lo agradeció colocando en la plaza del barrio una lápida con una inscripción recordatoria.


MDCCCLXXXVI

DESTRUIDA CASI TOTALMENTE ESTA POBLACIÓN
POR EL TERRIBLE TERREMOTO DE LA NOCHE DEL
25 DE DICIEMBRE DE 1884, EL EXCMO. E ILTMO. Sr.
Dr. D. MANUEL GÓMEZ-SALAZAR Y LUCIO-VILLEGAS,
DIGNÍSIMO OBISPO DE LA DIÓCESIS, CONSTRUYÓ
ESTAS CASAS QUE DONÓ A LAS VÍCTIMAS DE AQUELLA
CATÁSTROFE, EMPLEANDO AL EFECTO CUANTO POSEÍA
Y LAS LIMOSNAS QUE POR SU CARIDAD Y CELO
APOSTÓLICO OBTUVO DE TODOS LOS PAÍSES CATÓLICOS

Sarcasmo de la vida: El día 14, once días antes del terremoto, el libro de actas del Ayuntamiento de Periana reseña la de la sesión celebrada ese día. Fue presidida por D. José Zorrilla y acudieron los concejales D. Diego Morales, D. Juan Morales, Don Antonio Caro, Don Rafael Núñez, Don Salvador García, Don José Toledo, Don Juan Toledo y Don José Molina. Veamos de qué trataron:

El Sr. Presidente dio cuenta a la Corporación de que por el concejal Don Juan Morales Caro se habían presentado las cuentas del gasto invertido en la composición de las dos fuentes de este pueblo y sus cañerías, ascendiendo a la cantidad de ciento cincuenta pesetas, así como también la cuenta del gasto asignado en la composición del gasto del empedrado de la calle de Jesús, en cuyas obras aparecen gastadas la suma de trescientas pesetas.

Sea este trabajo un modesto homenaje a las víctimas de aquella tragedia, que, desde entonces, ha estado y está viva en el sentir de los perianenses o perianeños, como a ellos les gusta llamarse..































































DOCUMENTOS QUE SE ACOMPAÑAN


1.- Réplicas del terremoto

2.- Iglesia y cuartel de la Guardia Civil

3.- Relación de donativos recibidos de España y del extranjero

4.- Mapa de distribución de ayudas

5.- Plano del nuevo barrio de La Lomilleja

6.- Planos de uno de los tipos de vivienda que se construyeron..

7- La iglesia nueva.

8- Vista de La Lomilleja. Fotografía de la casa Laurent en 1890